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jueves, 30 de noviembre de 2017

Nos alcanzó el destino

Ya el automóvil guía por mí, me quitó la tarea de saber por dónde y a dónde voy. El GPS quedó obsoleto. Conducir también. Conservo mi licencia de recuerdo. Adiós estrés por el tráfico y esas vulgaridades de la antigüedad. En los trayectos puedo hacer otras cosas.

Internet hace mi trabajo, me organiza los días, agenda mis citas, me recuerda compromisos, toma decisiones y con él accedo a lo que sea en donde sea, a la hora que sea.

Se acabaron las filas en bancos y oficinas repletas de gente, qué asco era todo aquello, cuando veía gente, ya todo lo hago online.

Nancy, la robotina que me regalaron en mi cumpleaños, se encarga de todo el trabajo que no hace Internet, o ahí se ponen de acuerdo entre ellos, no necesitan consultarme. Cuida y educa a mis hijos, atiende a mi marido y a mí. Es maravillosa, todo lo realiza en tiempo y forma.

Le regalaremos  para Navidad
sus mascotas robots que tanto desea. Más higiénico que los monstruos peludos que había antes, que no paraban de ladrar y molestar. Si no la complacemos, de todas formas ella lo ordenaría al fabricante, pues es quien administra todas nuestras cuentas.  Pero queremos darle la sorpresa. Nancy, todo un personaje, la creen la señora de la casa. Creo que lo es, además es tan guapa.

Todo lo automatizamos, para hacerle las tareas más prácticas a Nancy. Ella configura toda la tecnología que en cuanto surgen en el mercado, compramos para estar al día. Renovarse o morir.

Hace un año que no he tenido que salir de la cama. Y no sé qué hacer, ni cómo se hace. Tampoco puedo pensar en algo, lo que sea, hace días, semanas, ¿meses? que tengo la mente en blanco, no sueño, ni dormida ni despierta, quisiera aunque sea tener alguna pesadilla. Aburrida. Hastiada. Deprimida. Y muy gorda.  Obesa me dijeron los especialistas mundiales en la consulta en línea, de inteligencia artificial por supuesto, con Nancy. Los médicos humanos ya no existen. Últimamente ni mis hijos clones me soportan el carácter. Iré al trasplante de células, o al cambio de chip de salud permanente, para volver a quedar perfecta, no sé para qué, a mi marido ya solo lo veo en pantalla. Odio este vacío. Buscaré alguna nueva  aplicación para sobrellevarlo. Todo estará perfecto. No pasado, no futuro, solo presente, como tanto insisten e insisten ¿Para qué estaré perfecta?

sábado, 25 de noviembre de 2017

A siglos de distancia

Las mismas condiciones impuestas por la Orden de Calatrava, a siglos de distancia se registran en las ahora  Órdenes de Calatransa de varios Estados del mundo, más tiranos y sanguinarios que la primera orden.

Con la diferencia de que hoy el pueblo está totalmente débil y disociado, que difícilmente se volcarían sus integrantes a derrocar a los nuevos comendadores. Porque ya el poder colectivo ha caído en absoluto desuso y obsolescencia. Entiéndase inexistencia.

Por más Laurencias y Frondosos que sufran, ¿quién lucharía por el honor de quién? Si el entusiasmo social ha quedado anulado también.

Sin embargo, a décadas de la primera vez que vi la obra de Lope de Vega, siendo casi niña, aún recuerdo que se me desbordaron las  emociones y contagiada de indignación respondí como pueblo ¡Fuenteovejuna, señor! Como si fuera parte del elenco, a la pregunta de ¿Quién mató al Comendador? en que nadie delatamos a los responsables, en aquella plaza de mi ciudad donde montaron la obra.

Hoy celebra Google a Lope de Vega y aunque los sueños niños me persisten, las posibilidades son cada vez son más lejanas de ver a un pueblo unido luchando por sus derechos y logrando ser indultado.  Si desde antes de iniciar cualquier movimiento social,  es brutalmente aplastado.


miércoles, 22 de noviembre de 2017

De frente, imagina

Hoy no leas, mírame y déjame mirarte... en silencio, pues ya nos conocemos las almas.

Nos hemos comunicado, alentado, acompañado, abrazado y besado decenas, centenas, millares ¿Cuántas veces? Tú allá, yo acá... pero muy cerca.

Jajaja. Disfruto tu gesto de sorpresa. No me esperabas en persona.

Tenía ganas de conocer los rasgos de tu cara, la expresión de tus ojos, tu voz, tu risa. Por eso hoy he venido a decirte que me gusta como eres, que me importas y estás en mi vida en un sitio muy especial. Además, eres como te he había imaginado.

Deseo que siempre seas feliz, porque...

¡Te respeto!
¡Te aprecio!
¡Te quiero!

domingo, 19 de noviembre de 2017

Por fa, por do re mi

Llego con gusto. La puerta está abierta. Una música para mí desconocida me recibe, es linda, pero se empalma con la música que ya escuchaba y se hace una guerra de notas que urge silenciar. Silencio la mía, porque no encuentro entre flores, dibujos, cuadros, fotos, recados, notas, frases, sentencias, monitos, muñecas, recuerdos, donde silenciar la suya. Además, no se tiene el derecho de entrar a otras casas a apagar la música, así como así.

Antes de siquiera dar el primer paso, o empezar un de tín marín de do pingüe que  lleve a sus más recientes novedades, me asalta una puerta que se abre casi en automático y me lleva a otra casa y otro y otra de sus amigos. Salgo, cierro, salgo, aterrada como de la casa de los espejos y topo con un sinfín de ventanas de predilecciones, música, libros, poemas, que "aquel caracol que va por el sol"... Nuevos enlaces a los escritores, con las tendencias de moda. que fluye, que solo presente, que nada de pasado que nada de futuro, que nado de crol, que no sé nadar.

Regreso al perfil, respiro, ya sin pasado, ni futuro y con mi presente agotándose. Angustia, que era el único tiempo que me dejaron con esas teorías.  Muy confundida, entre ese cúmulo de información, ya ni recuerdo el nombre de ese blog. Miro a la derecha,  a la izquierda, bajo, subo, hago bizcos, me froto los ojos, tomo agua, respiro profundo, hago meditación... ¿Dónde estará la entrada a su blog? Paso por muchas conversaciones privadas con sus amigos, brincando, filtrándome con sigilo para no interrumpir y para no enterarme de sus conversaciones íntimas, privadas..

Pero la perseverancia se me agudiza... y ya con verdadero espíritu de contendiente de concurso del millón y pronunciando todas las palabras mágicas de pases de apertura. ¡Zaz! al fin encuentro la puerta de entrada, donde encuentro una publicación. "Amigos, ando de vacaciones...." ¡Cataplum! Caigo desmayada.

... ....

Pasan las semanas... olvido esa pesadilla estilo red social... supero la experiencia, olvido ese blog.  Luego, llega el comentario reclamación a domicilio ¿Porqué ya no me visitas. Ya no me quieres, qué te he hecho?... bla,bla, bla. O el enojo y la decepción sin reclamo.

¿Les ha sucedido?

Auf!! Amigos que usan Google +... ¡Por fa, por do re mi...sugerencia: Coloquen la puerta de entrada a su blog muy a la vista del visitante y el botón de apagar la música también. Faciliten la llegada a ustedes. Claro, es una sugerencia solamente. Es que al entrar por sus perfiles, se complica mucho poder entrar a sus publicaciones.


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Ya no me extrañen

Ni lloren por mí, Argentina, (jajaja como la canción de Evita, evita), nooo, toco madera, todo antes que recordar a esa Doña que miraba hacia abajo de su balcón a los "descamisados" y me recuerda cómo nos miran a los "descalzonados" calzonsines de acá,  todas las primeras damas de Mexicalpan de las Tunas. Solo que estas, no han sido presidentes, aunque ya Margarita, esposa del genocida expresidente Calderón, está más que puesta para ondear su mano y la bandera en quinces de septiembres, desde Palacio, siendo que su consorte acabó con gran porción de habitantes en "su guerra contra los narcos...  que luego el Ejército le quitó la r y se fueron contra los nacos", prometió erradicar la pobreza y agarraron una guerra contra los pobres que no pudieron defenderse, metiéndonos en un terror que ya nadie (los que fácil dabamos el estereotipo) queríamos salir de nuestras casas, por no ser de los susceptibles a exterminio y ¡curioso! nunca agarró a ningún gran delincuente.

La Doña quiere ser Presidente. Se  atiene a que somos un pueblo desmemoriado. Ojalá que nadie olvide sus muertitos y ni de pesadilla quede esa señora a la cabeza de este país. Aunque ni digo, porque nunca pensamos tener a alguien como EPN y ya ven,  está por salir de su "reinado". Deben inventar un santo de los tolerantes, pacientes y sumisos mexicanos, que nos lo tenemos bien ganado. ¿Alguien tiene el teléfono del Vaticano, para sugerirlo?

Esto no va de política, ni de Santos,  solo que divagué un poquin. Y dejé que la divagación se expresara.  Les decía que si lloran, me harían llorar (¡Hasta crees, Sara Olivia! -la voz de mi conciencia). Chizz wizz, ya reveló mi O. de Sara O.

¿Saben? Yo si los he extrañado mucho esta semana fuera de la blogosfera. Pero es que a veces, solo a veces, que luego uno coge esa mala costumbre y patético, cae uno en el workaholism, término "más acá" para denominar la adicción al trabajo, pero en la vida, además de bloguear, hay que trabajar. Y ya están las "Merrichrismas" en puerta y quizá haya que hacer algún regalo, entonces a corretear  recursos. Por eso no me había apersonado (en México), personado (en España).

Estoy haciendo mi lista de quiénes merecen un te quiero a través de un presente. Así que pórtense tan bellos como siempre para que les regale algo lindo y dentro de sus expectativas. Yo les diré que quiero de regalo, porque soy muy difícil, por sencilla y pocos regalos me gustan. Me gusta lo sin gran costo y muy significativo.

Así que empiezo a visitarlos. En esta tregua que hago, porque bloguero que se ausenta más de una semana, le cae la maldición del olvido. Y si te vi ni me acuerdo. Jajaja.
Por lo pronto ái les dejo estas flores y aroma del pastel que estoy horneado y está quedando Mh! De-li-cio-so.

Ah, las flores, aquistán. No, estoy batallando para subirlas, pero ustedes pueden imaginarlas, y así no hay con que a mí no me gustan las rosas, o las...


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Porque me gusta la verdura

Un hombre, nos estaba remodelando un local en un fin de semana.  Por la premura, ayudamos con la pintura.

Ya en la madrugada del lunes, trabajando y platicando de su vida, le pregunté:

- Si dice que le gustaría tener un hogar, hijos, una familia... ¿Por qué entonces, ha permanecido solo?

- Es que me gusta mucho la verdura y  las mujeres no lo entienden.

- ¡¿Cómo?! Si hay tantas mujeres y de gustos tan diversos.  Además es algo insignificante a cambio de tantas cualidades que usted tiene. Con amor todo se puede comprender y negociar eso, no sé.

- No lo creo.

- Anímese, el amor da fuerza, salud, ilusión. Es el motor...

- Sí, lo sé,  pero, muy pronto surgen los problemas con ellas y ya no se puede seguir.

- No me diga que no ha encontrado mujer que lo entienda... si todavía las hay lindas, adaptables, hasta sumisas.

Habrá alguna vegetariana, con quien comparta ese gusto. Que le cocine platillos ricos sin pizca de carne. O una carnívora a la que no le importe que usted coma verdura. ¿O a usted le molesta que los demás coman carne? ¡No entiendo!

- ¿Qué fue lo que me entendió?, riéndose.

- Que le gusta mucho la verdura y que las muje...

- La aventura, a-ven-tu-ra.

Las carcajadas fueron el combustible para terminar a tiempo. Fue hace mucho y todavía cuando hay presión para terminar algo, recordamos con risa al "vegetariano-aventurero".

Él se aventuró a irse al otro lado y todavía se ríe con su esposa de mis esfuerzos por casarlo, entre martillazos, conexiones, rodillos, barnices y solventes.


viernes, 3 de noviembre de 2017

La niña que me impedía escribir

Hubo apagón, justo cuando empezaba a transcribir un proyecto, que debía enviar por Internet esa tarde sin falta. Tomé el borrador y salí apresurada a una antigua biblioteca del centro de la ciudad. Casi al llegar me encontré a mi hija que regresaba de la escuela, cerca de donde transbordaba para llegar a casa.  Le conté del apagón y me acompañó. Ella haría una tarea.

A pesar de que siempre estaba saturado, tuvimos suerte de encontrar computadoras disponibles y en lugares contiguos.

Aunque al rato llegó alguien con una niña pequeña que brincaba, reía y corría atrás de nosotras, se acercaba y se paraba en el espacio entre mi hija y yo a ver lo que hacíamos. Con la prisa que yo tenía y faltando solo una hora para que cerraran el lugar, me molestaba bastante su presencia. Pues se estrechaba tanto a nosotras, que me obligaba a encoger los brazos para poder escribir, pero no perdería tiempo en buscar y quizá discutir con la mujer con quien escuché que venía. Así que luché por concentrarme a pesar de que ella se empecinaba en molestar.

Solo se retiraba cuando volteaba a mirarla. Yo la fulminaba con la mirada. Se iba, pero luego regresaba. Permanecía cuando la miraba de reojo y cuando volteaba, huía de inmediato y mi hija, me veía a mí muy extrañada, pero seguíamos trabajando. Y así  estuvimos, entre los brincos, risas e invasión de la pequeña hasta que al fin pude terminar y enviar el trabajo.

Mientras mi hija imprimía su tarea, fuí con el encargado:

- No sé cómo permiten que entren niños que no saben comportarse, no me opongo a que vengan, obviamente, así les va naciendo el amor a las bibliotecas, pero deben saber comportarse, estar con algún adulto que les enseñe a respetar... ustedes exigir ese respeto.

- Señora... disculpe, ¿de qué habla?

- ¿Cómo que de qué? La niña que estaba jugando detrás de nosotros. La chiquita que vestía... de este tamaño -señalé con la mano- y que llegó con una mujer enseguida de nosotras, que se situaron en la sección a nuestras espaldas. -La cara del chico se fue desencajando y palideció.

- Aquí no entran niños, señora... ¡Nunca! Hace muchísimos años que no hay sección infantil... Además, no entró nadie más después de ustedes dos. -Me dijo muy tajante, mientras con la mirada desorbitada revisaba todo el local ya vacío. Se apresuró a cerrar, de tal forma que salió junto con nosotras-

Rumbo a casa, me preguntó mi hija: ¿qué tanto le decías al hombre?

- Me quejaba de la niña que buena lata nos dio.

- ¿Cuál niña, mami? Y ¿Por qué me mirabas tanto cuando estábamos tecleando?

- No te miraba a ti, sino a la niña. ¿Acaso a ti no te molestaba?

- No. ¿Cuál niña?

... Era una niña muy antigua, la recuerdo perfectamente. Mi hija no la vio. Seguramente el encargado sabía de esa niña y por eso su cara se transformó. Y su tono tajante, más bien era de "cállese señora, no me diga, no siga."
No pude saber más, regresé, pero el encargado renunció. Me alegró no haber hecho por mirar a la mujer con quien iba la niña.